ColumnasDr. Guadalupe Estrada R.

Sobre La Vacunación.

Por: Dr. José Guadalupe Estrada

A estas alturas existen inconformidades evidentes y generalizadas sobre el programa de vacunación contra el virus Covid – 19 que se instauró en nuestro país. Las cifras y los análisis generales que hacen los expertos, así como las vivencias cotidianas de los ciudadanos atestiguan circunstancias negativas sobre el mismo.

Comentarios como los siguientes se producen por cientos de miles o millones a lo largo y lo ancho del territorio: “tengo 65 años, tardé más de un año en esperar que llegara a mi ciudad la vacuna de Pfizer, que es en la que confío, luego tuve que hacer en mi silla de ruedas una fila de más de doce horas para que me la pusieran, estoy esperando la segunda dosis, quizá dentro de otro año, cuando ya no va a ser efectiva, y la tercera, pues ni hablar, quizá nunca va a llegar”, “mi hermano murió la semana pasada de Covid, tenía la vacuna china, esa que se llama Cansino, o algo así, creo que esa no sirve”, “soy profesora de primaria, nos pusieron a todo el sector educativo la vacuna china, en la tarde – noche que me la inocularon, me dieron fiebres muy altas, temblores corporales y tuve que ser hospitalizada de emergencia, la verdad, no sé que jodidos me habrán inyectado”, “a todos los maestro de esta universidad nos inyectaron la vacuna Cansino, y  varios fuimos, por recomendación médica y meses después, a realizarnos la prueba de anticuerpos en la sangre contra el virus, y resultó que más del 90% de los que acudimos salimos negativos, es decir, que no teníamos anticuerpos para enfrentar el bicho, ahora todos estamos encabritados y sin salir de casa, y así quieren que regresemos a las aulas…”, “quiero visitar a mis hijos que viven en Estados Unidos, pero ahora resulta que se van a abrir las fronteras de aquél país, y sólo van a admitir entrar a quienes tengan los biológicos aprobados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entonces, ¿no son fregaderas que aquí se estén poniendo vacunas que no han sido validadas por la máxima autoridad mundial en salud?”, “las autoridades cacaraquean todos los días que han recibido cientos y cientos de millones de vacunas para México, entonces, dónde están, porqué no llegan aquí? Y así, ad infinitum, las quejas sin considerar, por supuesto, la cifra de más de medio millón de fallecimientos relacionados y los millones de infectados que sobrevivieron, pero que la pasaron muy mal y van a vivir con secuelas negativas de salud para el resto de sus días.

Utilizando otra vez el método Socrático, de preguntar y preguntar, y volver a preguntar, trataremos de poner en perspectivas las raíces mismas de el estado actual de cosas.

Sobre los encargados de la vacunación: ¿el ejército es el más capacitado y quién tiene los recursos disponibles para realizar con eficiencia y eficacia esta tarea? ¿es el ejército el que de más recursos médicos, materiales y humanos dispone para tal finalidad? ¿tiene el ejército los refrigeradores, contenedores, etcétera, para realizar esta labor? ¿no hubiese sido mejor encargar a todos los médicos, enfermeras, hospitales, centros de salud, farmacias, dependencias, etcétera, tanto públicos como privados esta encomienda?

Sobre el manejo adecuado de las dosis: en la página de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, se contienen diversas directrices para el manejo, administración e inoculación adecuadas de las vacunas. Por ejemplo, en relación a la denominada Pfizer (https://espanol.cdc.gov/vaccines/covid-19/info-by-product/pfizer/index.html) se estableció que si se almacena por largos períodos, debe hacerse a temperaturas de – 80º C a – 60º C, y se estipula para su descongelación en un refrigerador de entre – 2º C y – 8º C, y que no puede estar en temperatura ambiente (hasta 25º C), por más de dos horas. ¿Se cumplen estos protocolos? ¿si no hay un manejo adecuado de los frascos, sirven esas dosis? ¿se siguen administrando no obstante lo anterior?

Sobre la logística de la vacunación: ¿no sería lo mejor abrir, sin excepciones, la vacunación universal, a todos, con independencia de la edad, sexo, etcétera? ¿no sería adecuado y pertinente, y que además se ahorrarían recursos públicos, el que los médicos, enfermeras, hospitales, centros de salud y farmacias privadas se les autorizara importar todos los tipos de vacunas para que las vendieran e inocularan a quién quisiera pagarlas? ¿no ayudaría esto último para evitar que cientos de miles, quizá millones de mexicanos viajen al vecino del norte exclusivamente a inmunizarse por temor a hacerlo aquí, dado el notorio desgarriate que vemos día a día?

Eso si, cada vez que una persona recibe una vacuna, prestos, y por sujeto, hay dos soldados con sus M – 16, vigilantes y atentos al procedimiento, como cazando delincuentes, un trabajador de salud que te la pone, y dos cervatillos anotando tus datos y recordándote a quién le debes tan grandísimo favor.

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