Instituto 3E

¿Qué diría Freire?

 

Paulo Freire fue un pedagogo brasileño, exiliado en Chile y Estados Unidos, encarcelado dos veces, acusado injustamente de «revolucionario e ignorante» por devolver la dignidad de pensar a su gente, por su ideología liberadora y por dejar mudo a uno que otro «servidor» público.

Freire es el claro ejemplo de que un cambio social de gran impacto no sólo se logra por medio de querellas políticas, las revoluciones se ganan más que con armas, marchas y proselitismos enajenantes, con la educación. Freire demostró que es posible el ejercicio de una pedagogía efectiva, comprometida con el pensamiento crítico, una educación conducida a una praxis del cambio, hacia una liberación individual y social. En su Pedagogía del oprimido (1970) traza una crítica que le sienta bien a la educación mexicana actual, ya que buena parte de ella está orientada a crear técnicos y obreros. La educación mexicana, no sólo en su versión pública, sino también privada, está atrapada en una burocratización insalvable, donde lo más importante es la forma y no el fondo, la etiqueta y no el contenido, el título y no los conocimientos.

La educación en México es deficiente y los alumnos van cargando esas deficiencias desde la primaria hasta el doctorado, somos víctimas de un sistema que nos aplasta, de una educación que se fija más en la estadística, en arrojar números de «resultados”, en poner buenas notas a pesar de saber en el fondo que todos estamos reprobados, en la cantidad de alumnos que pasan y que se inscriben para ganarse cierto título; y no en la realidad y el trabajo efectivo hacia cada alumno.

La educación en México es sólo un asunto conductista, no se piensa en construir ciudadanos, sino sólo en moldear y adoctrinar masas, controlar la conducta, reprimir los impulsos, incluso si estos aspiran a generar una actitud reflexiva.

Según Freire, en países ahogados en su propia corrupción, su sistema educativo se desenvuelve desde una dicotomía social, que no está pensada deliberadamente, sin embargo es como un patrón que funciona a partir de un Opresor y un Oprimido, donde el primero arremete, esclaviza y sobaja la dignidad y libertad de pensar del segundo. Pero ¿cómo es que la represión desde la escuela logra configurar una jerarquía social fuera de ella?, ¿qué armas utiliza el Opresor para esclavizar al Oprimido?

De acuerdo a Freire, la mejor arma para formar personas es la educación, él ve en la pedagogía, una estrategia del Opresor para manipular cabezas desde la infancia; para moldear esclavos y no ciudadanos.

Haciendo una alusión metafórica, Freire llama a la pedagogía opresora «educación bancaria», en la medida en que el Opresor deposita en el educando cierta información: retazos de la realidad, datos previamente dosificados –como contenidos fáciles, que no impliquen ningún reto a la inteligencia, sino que sólo consistan en fórmulas simples y ejecutables-, esto a modo de inversión bancaria, esperando algún día recuperarla en cierto sentido, no como retribución social por parte del educando, sino como una forma de deuda que aquél genera con el sistema y deberá pagar a cuentagotas.( Julieta Lomelí Balver)

Víctor Manuel Silva Galaviz.

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