Vive Zacatecas el Gran Desfile del Festival de Día de Muertos, el regreso de los que nunca se fueron
▪️Celebran Zacatecas y Veracruz la vida y la memoria
▪️Carros alegóricos y figuras monumentales recorrieron el Centro Histórico entre música, danza y color
▪️Se consolida como una de las celebraciones más multitudinarias del Festival de Día de Muertos
Zacatecas, Zac., 31 de octubre de 2025.- Con el paso del Gran Desfile de Día de Muertos Zacatecas 2025 “Somos tradiciones”, empezó el cruce de las almas por ese puente de cempasúchil que los reunió, como cada año, con sus familias.
Rodeada de colibrís, la Presidenta del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (SEDIF), Sara Hernández de Monreal, presidió el evento junto al Secretario General de Gobierno, Rodrigo Reyes Mugüerza, y la Secretaria de Cultura de Veracruz, María Xóchitl Molina González, en lo que representó el hermanamiento entre las dos culturas.
Ante miles de zacatecanos expectantes, entre el rugido de las percusiones y los instrumentos de viento, regresó del mundo de los muertos la Banda Sinfónica del Estado, con caracterizaciones de catrinas, bajo los acordes de la Marcha Zacatecas, con lo que anunciaban el rodar de los carros alegóricos por el corazón de la capital.
Catrinas a bordo de vehículos clásicos saludaban a la gente, mientras otras portaban farolas que mostraban a las almas el camino de regreso a casa.
El Gran Desfile “Somos Tradiciones” mezcló las culturas de Zacatecas y Veracruz en una sola y convirtió al centro histórico en un cementerio alegre y un puente entre mundos, donde no había gravedad ni solemnidad, sino música, baile y reencuentro.
Fusión de tradiciones
Así se vivió la cuarta edición del Festival de Día de Muertos de la administración que encabeza el el Gobernador David Monreal Ávila, en la que confluyeron dos formas de honrar a los difuntos, se multiplicaron los simbolismos y sonidos del festejo; Zacatecas acogió las expresiones veracruzanas y las combinó en un mismo circuito de memoria y celebración.
Veracruz transformó la celebración, las calles se cubrieron con tapetes de aserrín que reproducían escenas del Xantolo, sonaron las arpas, las marimbas y las guitarras con los tradicionales sones, lo que conectó con la tradición de recibir a los difuntos con música.
Un año más, se vive aún en la muerte, y se da el regreso de aquellos que nunca se han ido del todo, que surcan las calles de Zacatecas en forma de catrinas gigantes, que bailan al son de la trompeta y el tambor.
Mineros, revolucionarios a bordo de la máquina 30-30, bandas de guerra, calaveras prehispánicas, otras ataviadas con trajes típicos de la entidad, alebrijes con luces de neón, una calavera que se asomaba como saliendo de su tumba entre flores de cempasúchil, se combinaban con los viejos de la danza, y muchos, muchos bailes, desde el alegre son jarocho, hasta música de Celia Cruz, Antonio Aguilar y más.
Niñas y niños con disfraces, maquillados de calavera, de momias, disfrutaron cada momento, aplaudieron a cada contingente; se acomodaban sobre las banquetas y cantaban “el muerto quiere camote..”, mientras esperaban ese tren que traía a quienes ya no están físicamente entre los vivos, pero que viven en los corazones, en los recuerdos.
Fue una procesión de vida y muerte; la expresión de la alegría contenida, como si cada rostro supiera que, por unas horas, el puente entre vivos y muertos está abierto.
Las ruedas de los vehículos parecían no tocar el suelo, como dejando ver que llegaban desde otra dimensión con las almas en retorno.
Y es que en Zacatecas se cree que las almas no se van, sino que se diluyen en el polvo rojo de las vetas y regresan cada año, atraídas por el aroma del pan y el sonido de la música.
Con pirotecnia que simulaba estrellas de fuego, se iluminó el cielo, con lo que se anunció el final del desfile.
Y así, cuando el perfume de las velas y el café se mezcló con el frío de la noche, muchos sintieron que los muertos caminaban a su lado, tal vez por eso, cuando el último carro pasó y la música se desvaneció, nadie se apresuró a irse, las familias permanecieron en la calle, como si quisieran prolongar el reencuentro un poco más.

