El caso Perú
En las últimas dos décadas, la educación en el país hermano del Perú ha venido experimentando un proceso de privatización y mercantilización de la oferta educativa a tal punto que para el 2018 la matricula privada era el 34% del total y actualmente se estima que ya representa el 45 % del total de los alumnos de educación básica, aun en zonas marginadas, así también, los colegios privados de bajo costo (de menos de 50 dólares mensuales) capturan al 64% del total de la matricula privada. Sin embargo, a nivel de resultados académicos, los colegios privados de bajo costo no logran superar a los colegios públicos. Así pues, las preguntas a responder son las siguientes: ¿Cuáles son los determinantes de los padres por la elección de escuelas privadas vis a vis escuelas públicas? ¿La decisión por la alternativa privada realmente responde a un mejor servicio educativo? ¿Obtienen las familias lo que buscan al optar por una inversión adicional en la educación de sus hijos?
Sin duda el aporte económico de la oferta educativa privada al país es valiosa, tanto así que en un hipotético caso de que no existiera este sector, el Estado no se daría abasto para cubrir la necesidad de formación educativa a toda la población del país; de hecho, su presupuesto en educación tendría que incrementarse en más del 50% para llegar a todos los estudiantes del Perú, detalla el director del GEF, Justo Zaragoza.
Según un reciente estudio de Apoyo Consultoría, la educación privada aportó al país en el 2019 más de S/ 1,3 mil millones al PBI nacional, por concepto de pago de impuestos, cerca de 250.000 docentes laboran en estas instituciones.
El Estado ante su falta de cobertura nacional como lo dicta su Constitución ha cedido su lugar a todo tipo de particulares tanto en zonas urbanas como rurales, dejando de invertir lo necesario para garantizar la democratización académica y tampoco han desarrollado instituciones que garanticen la calidad educativa haciendo de esto ya problema estructural y no coyuntural, apostando a los datos meramente y negándose a la evaluación de los resultados.
La conclusión y moraleja es que apostarle a la narrativa de los datos meramente discursivos y olvidándose de plano de la calidad no genera valor como sociedad, la tan anhelada emigración social que tanto buscan los padres al apostar por una mejora formación de sus hijos solo se da en tres factores base: en las competencias formativas adquiridas en las aulas, la vocación y ganas de superación del individuo y estar en una sociedad que incentive y busque la mejora continua.
Víctor Manuel Silva Galaviz
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