La intensa de Yasmín.
Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez
En el mitote jurídico en lo que se ha convertido el asunto del plagio de la tesis de licenciatura de su Eminencia Yasmín, todavía quedan capítulos por ver en esa serie televisiva llena de despropósitos y chanchullos, propios de quien no conoce, ni de lejos, el significado de la dignidad, la mesura y el recato que debe emanar todo juzgador.
Resulta que ahora nos sale con la práctica de una chicanada, ejecutada en los tribunales civiles de por allá de los andurriales de la Ciudad de México, y, en donde, según los comunicados emitidos por sus apoderados, demandó a su probable cotitular en la autoría de la tesis en litigio, la declaración de exclusividad de los derechos de autor que, dice, le corresponden, por ser ella, solamente ella, y nada más que ella, por ser la autora indiscutible del texto de marras. Declaración judicial que, se ufana, constituye cosa juzgada y, por tanto, la verdad legal única e incontrobertible, con lo que dice, trae como consecuencia que ya una instancia jurisdiccional se ha pronunciado sobre el referido entuerto legal.
De todos es sabido, pues así lo hemos constatado colectivamente, por los hechos incontrovertidos, ampliamente difundidos por la prensa local, nacional e internacional, que la llamada “Ministra Plagiaria”, como ya se le conoce, para no mencionar su nombre de pila, ha tratado de hacernos creer, desde el inicio de este penoso melindre público, que: 1) los viajes en el tiempo son una realidad incontrovertible, y no ciencia ficción, pues insiste en que alguien fue capaz de viajar hacia el pasado para copiar su tesis de licenciatura, y luego presentarla como propia, 2) la figura jurídica de la presunción de que “quien es primero en tiempo es primero en derecho” es una invención de los neoliberales que quieren afectar su pulcra carrera judicial, 3) la justicia es una entelequia que está a su personal servicio y caprichos, y que los operadores judiciales (jueces, peritos, testigos, etcétera), son simples sujetos que cumplen funciones propias de su individual servidumbre, pues su voluntad es la única e indiscutible, y 4) la Ciencia del Derecho, cuya manifestación máxima de racionalidad se expresa a través de los postulados de la lógica jurídica, es la estupidez humana más monumental que hemos conocido desde que nuestro padre Adán agarró esa méndiga manzana.
Afortunadamente para la salud de las instituciones del país, y para desgracia de la susodicha, todavía pululan, en esos vericuetos judiciales que tanto atormentan a la multi aludida, muchísimos jurisconssultos que no se dejan seducir por el canto de las Sirenas, y que, con absoluta dignidad y profesionalismo van a someter, seguramente, a un severo escrutinio todas estas barrabazadas, incongruencias, mentiras y jugarretas propias de una merolica de barandilla.
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