ColumnasDr. Guadalupe Estrada R.

Con educación

Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez

En la colaboración pasada exponíamos escuetamente nuestra preocupación por el nuevo rumbo que se está tratando de implementar en relación con las políticas educativas en este país. Aunque se trata, de inicio, de algunas ideas generales expuestas ya por escrito en programas sobre la materia, no nos deja de inquietar el desastre anunciado que se avecina en un futuro no muy lejano.

Por supuesto estas escuetas notas no pretenderán ser un tratado doctoral sobre la materia de las enseñanzas públicas, qué va, sino, más bien, una especie de señalamientos generales, pero puntuales, sobre algunos desatinos que creemos pueden reflexionarse para tratar de pulirlos o de plano, revertirlos, en aras de buscar que las generalidades nacionales reciban una mejor y pasable educación, y no, como hasta ahora, que podemos manifestar que una de las debilidades que enfrentan en su vida cotidiana los egresados de instituciones públicas, a diferencia de algunas privadas, es esa serie de deficiencias en su formación académica, digamos, desde las competencias básicas de lectura, escritura, matemáticas, ciencias, y cientos de etcéteras más, hasta las relacionadas con el ejercicio profesional, donde la ausencia o la deficiencia de sus competencias profesionales son el pan de todos los días, de todas las horas, y donde, habrá que decirlo también puntualmente, algunas instituciones privadas dan ejemplo de formación en sus egresados, tratando de capacitarlos no ya con los saberes más elementales, sino incorporando aquéllos entendimientos que se están diseminando en las mejores universidades del mundo.

Y luego, la consecuencia de esta disparidad de aprendizajes, son los futuros económicos asimétricos también de cada estrato social, pues, mientras, y habrá de perdonárseme la utilización de términos no propios ni adecuados a hablar de educación, pero seguiría diciendo que, mientras a los jodidos se les da una educación jodida, lo más seguro es que continúen en ese estado el resto de su existencia, y, por otro lado, las ahora llamadas “élites”, siguen educándose en sus burbujas, pero con más preparación y más herramientas que les darán mejores posibilidades de seguir permaneciendo o avanzando en los escalafones sociales, y, digámoslo también claramente, este estado de cosas avalado e incentivado por las actuales políticas públicas en la materia.

Así pues, nos llama poderosamente la atención la concepción de novísimas ideas en el ámbito educativo público que, por ejemplo, se destierran para siempre y de manera definitiva los conceptos básicos de calidad y evaluación, pues ahora no importa ni la eficacia de la enseñanza ni la calidad de lo aprendido, no conociendo ni entendiendo el suscrito, los fundamentos de estas aberraciones fundamentales.

En esta línea discursiva, que no entendemos tampoco, se pretende que acudamos al funeral de los exámenes, de las evaluaciones y hasta de los registros de asistencia a clases, lo que daría como consecuencia, como ya lo hemos anotado reiteradamente, que la escuela se convirtiera en uno de los mejores lugares de esparcimiento de las comunidades y de las ciudades, creando una generación de holgazanes y de imbecilidades andantes sin antecedentes en los registros históricos de esta nación. En este contexto, la idea de aprobar o reprobar una materia o un curso, es considerado como una clasista y discriminatoria, que no toma en cuenta las diferencias individuales y de oportunidades de cada individuo (sic).

Por supuesto, la estandarización de conocimientos y competencias básicas en el educando, las evaluaciones comparativas para ver el nivel de aprendizajes con respecto a otros países, y las valoraciones al trabajo docente, son consideradas como instrumentos concebidos por las mentes más retorcidas y enfermas, pues si queremos tener un sistema educativo justo (¿qué entenderán por justicia?), hay que desterrar de la nueva escuela las nociones perjudiciales de individualismo, aprendizaje, rendimiento, competencia, calidad, evaluación, innovación, y todas aquéllas en que se basan los conceptos de movilidad social y aspiraciones personales.

Una verdadera catástrofe anunciada.

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