ColumnasDr. Guadalupe Estrada R.

Horror Educativo

Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez.

Estamos revisando a cuenta gotas algunos de los nuevos libros de educación básica de lo que han dado en denominar como la Novísima Escuela Mexicana. O algo así, no tengo claro ahora el nombre ni el pronombre. No podemos menos que señalar que nos hemos quedado con la cavidad bucal totalmente abierta, en estado de estupefacción, y por decir lo menos, con un sentimiento entre pánico escénico y lo que se experimenta segundos antes de lanzarse al agua de un rio revuelto desde una altura de más de diez metros. Supongo, pero sólo eso, que, multiplicado por cien, es lo mismo que deben padecer los soldados cuando son lanzados por sus superiores a campo abierto para enfrentar al enemigo, exageración de más, dirán, no comparable con esta minucia de barrabasada que sólo comprende a los educandos de un país que podría calificarse de bananero y bárbaro, sólo admirado por los extranjeros por sus inigualables playas caribeñas y la fantasía de visitar los vestigios de la cultura maya o azteca.

Decía, si realizamos una exploración, aún sea a vuelo de pájaro, sobre las páginas de estos adefesios literarios, que pretenden, según lo visto, involucionar las de por sí tres jodidas neuronas de los desarrapados infantes nacionales, encontraremos algunas sandeces como las que ahora relataré, no me lo contaron, lo he visto con mis propios ojos, válgame tan incorrecta, gramaticalmente hablando, expresión, pues es obvio que las personas sólo pueden ver con sus ojos que les pertenecen biológicamente, pero que, para efectos literarios y estilísticos, hemos aprendido en esos cursillos de creación sobre la materia, son expresiones del suyo válidas en nuestra lengua, más si tienden a provocar en el lector esa sonrisa que surge espontánea cuando uno plática con imbecilidades evidentemente más grandes que la propia de uno (otra falla del lenguaje, pero como, al parecer, este será la tónica de las transformaciones en marcha y por venir, considérense válidos y hasta deseables y admirables tales yerros).

Anotaremos, entonces, que, por ejemplo, ya se le cambió la fecha de nacimiento a uno de los grandes admirados de estos tiempos, y me refiero precisamente al Benemérito de la Américas, ya siendo otro su onomástico, pues, anotado y precisado; y continuando diremos que ya también cambiaron la ordenación de las órbitas de los planetas alrededor del sol, misma que fuera hecha, en los mapas celestes más conocidos, conforme de la menor a mayor distancia que los separa del sol, pues, no fíjense que no, pues ahora sucede que la tierra ya no está en el tercer lugar de la cercanía en relación con el astro iridiscente, sino que, ahora estaremos dos o tres lugares más lejanos que ahora, por lo que, de conformidad con los conocimientos de la ciencia de antaño, sería hora que estaríamos congelados, pues no nos llegaría la cantidad suficiente de calor como ahora, idiotez esta no vista por estos ojos en lo que tienen de su precaria y simplona existencia; y luego, ahora tenemos que la fracción 5/8 es mayor a ¾, según los librejos esos; y Guanajuato es Querétaro o viceversa; y se pensará, minucias, minucias, errores de dedo, pero que, ya acumulados son fallos recurrentes y constantes de estas perversidades de génesis indudablemente marxista; y hay que sumarle a esto infinidad de faltas de ortografía y redacción, con lo que estaremos en camino de un desastre anunciado.

Lejos de todo esto, podríamos defender estos nuevos volúmenes y decir: todo el mundo se equivoca, pero, y esta objeción es muy  trascendente, educar y tratar de inculcar a niños la ideología que ha sido la causa directa, inmediata y única de las tragedias humanitarias, de pobreza y de hambre que ahora están instaladas en Cuba y Venezuela, y pretender que la instauración de esas doctrinas que han sido aventadas una y otra vez al basurero de la historia son el futuro deseable, podría ser uno de los horrores educativos más espantosos de que tengamos memoria en este país, rebosante de por sí de individualidades andantes dadas a la holgazanería, la vagancia y la mentecatez.

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