ColumnasDr. Guadalupe Estrada R.

Diálogos en el Infierno.

Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez.

De la mayoría es conocido que Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) fue un prominente político, escritor y filósofo del Renacimiento europeo, y en particular del italiano, que influyó de manera decisiva en el pensamiento occidental en materia del poder y la política. Secretario de la República de Florencia al cual se le encomendaron diversas tareas diplomáticas y la reorganización del ejército de en aquél entonces la República de Florencia. Su obra prima, “El Príncipe”, es un tratado fundamental sobre Teoría Política donde se revelan las características que deben tener los hombres para obtener lo que desean, o lo que es lo mismo, para salir triunfantes en jungla que se crea con el juego de la política. Es un libro de estrategia, el cual tuvo como objetivo principal enseñar a los gobernantes de aquél entonces (y de ahora, pues su obra trascendió los tiempos y las fronteras) el cómo actuar para prevalecer sobre el resto de sus contrincantes.

Montesquieu (1689-1755), por otra parte, fue un filósofo y jurista francés cuya obra se desarrolla en el contexto del movimiento intelectual y cultural conocido como la ilustración. En su libro más emblemático, “El Espíritu de las Leyes”, y en algunos otros textos, este pensador definió la virtud política como el principio íntimo de la república, el honor como principio esencial para la monarquía y el temor como el que resulta vital para el despotismo, por tanto, cada tipo de gobierno necesita actuar acorde a sus principios para poder conservar su autoridad. Su aportación más trascendente al pensamiento político fue la concepción y el desarrollo de la teoría de la división de poderes como un sistema de pesos y contrapesos gubernamentales, en donde, se planteó, para que el Estado funcione de una manera óptima y no se caiga en la tiranía, demagogia o el despotismo, se debe dividir el ejercicio del poder en tres ramas, la que elabora leyes, la que administra el gobierno y la que resuelve los problemas o conflictos de los particulares entre sí, y de éstos con el Estado, creándose de esta manera un sistema de contrapesos gubernamentales que impide el abuso del poder. Aunque se dice que inicialmente fue John Locke el que plantea este esquema de separación de poderes, las aportaciones de este autor no son menores.

El caso es que tenemos dos personajes que han trascendido el tiempo y el espacio por sus aportaciones al pensamiento político, el primero, Maquiavelo, planteando una doctrina sobre el ejercicio del poder que podríamos calificar simplemente de realista, con la dureza de los hechos históricos y no de las buenas intenciones de los hombres de ciencia de aquél entonces, donde se explora la naturaleza humana en carne viva y en toda la perversidad de que puede ser posible en un ser pensante; y, por otra parte Montesquieu, hijo del Racionalismo, de la Ilustración, del Siglo de las Luces, que nos propone los principios que deberían regir la conducta humana en el ejercicio de la política, sugiriéndonos la adopción de un sistema de funcionamiento gubernamental para beneficio de las mayorías y así evitar las más grandes calamidades de que podemos ser víctimas en las relaciones asimétricas que se forman entre los detentadores del poder y los que deben obedecer sus designios.

“Diálogos en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu” de Maurice Joly recrea un diálogo imaginario, pero vigente, entre estos dos pensadores que abordan el fenómeno del poder con dos metodologías diferentes y casi opuestas. Imperdible.

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