Carlota “N”
Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez.
Se puede escuchar una reciente puntada / composición: “Una abuelita enojada fue a sacar a los rufianes, le invadieron su casa, la abuela quería justicia y cargando el mano una escuadra se hizo viral la noticia. Hoy se ven todas las redes que en Chalco está dura la cosa, pues si te pasas de listo te dispara la abuela de rosa. Hoy nuestras autoridades publican su logro en grande, que agarraron a Carlota. De los rufianes que hablamos la señora de rosita mandó a dormir solo a dos y los otros en su casita, este corrido señores es para la señora Carlota, una abuela que si trae huevos, no como otros de la flota”.
El ya famoso corrido se refiere a hechos que ya trascendieron en las redes sociales donde una mujer de la tercera edad, que se ha dado en denominar como “la abuela sicaria”, fue a hacerse justicia por su propia mano al pretender desalojar a unos sujetos que al parecer le habían invadido un inmueble de su propiedad en la Unidad Habitacional Ex Hacienda Guadalupe, en el poblado La Candelaria Tlapala, en Chalco, Estado de México.
Según el video que ya también trascendió las fronteras nacionales, se ve como una señora de unos 70 años, que apenas puede con su esqueleto, se baja de un vehículo con un revólver y se hace de palabras con los ocupantes de una casa, para posteriormente dirigir sus letales disparos en contra de tres individuos, uno de los cuales falleció en el lugar y el otro falleció en el hospital, según los trascendidos, y el tercero se está debatiendo entre la vida y la muerte.
Todas las fuentes coinciden en que la señora, junto con sus acompañantes, acudieron al lugar a arreglar un entuerto jurídico debido a que no se obtuvo la respuesta por parte de las autoridades competentes para aplicar la ley como se debe. De hecho, en México, desalojar a invasores de un predio o una casa, o a inquilinos morosos, puede tardar lustros o décadas, en el peor de los casos, y cuando la cosa va bien, y los mecanismos de justicia se aceitan con los suficientes fajos de billetes, un par de años, cuando menos.
Lo sucedido en este particular caso, en un síntoma inequívoco del mal funcionamiento de nuestras instituciones que deberían aplicar la ley de forma expedita y conforme lo mandata el remedo de Constitución que supuestamente rige nuestras vidas como congregación social: “de manera pronta, completa e imparcial”, reza el inaplicable artículo 17. No es el primero ni el último caso que vamos a ver de ajusticiamiento privado, institución por cierto, también prohibida por nuestra Carta Magna.
Como Sócrates preguntamos: ¿Estos hechos sucederían si tuviésemos un sistema de justicia como lo determina la Ley Suprema y Dios manda? ¿Será la desesperación de la gente lo que lleva a convertirla en justiciera? ¿Este tipo de acontecimientos son sólo el resultado de la falta de aplicación expedita de la ley? ¿Será que Doña Carlota “N” se le votaron las trancas así nomás? ¿A usted no le da rabia y quisiera hacer lo mismo que Doña Carlota “N” cuando la gente, pasándose por el arco del triunfo sus derechos y prerrogativas, lo ofende y agrede?
En fin, aquí la justicia siempre se hace “en los bueyes de mi compadre”.
Correo Electrónico:
estradagp@hotmail.