ColumnasEl Recreo

La Deuda que viene.

 

Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez.

Me doy cuenta de que muchos calificarían de catastrofista a esta pluma. Hay algo de cierto en eso por los pesimismos aquí expresados consciente o inconscientemente. Pero las más de las veces simplemente se analizan o reflexionan realidades inobjetables de nuestra cotidianeidad arrabalera y tercermundista, aunque muchas veces, con la fuerza de la palabra y los cuentos contados desde que andábamos en taparrabos o de plano encuerados y refugiándonos en las cavernas, se quieran ocultar o difuminar esas apesumbradas objetividades. Aquí les va un ejemplo sencillo.

El Fondo Monetario Internacional acaba de pronosticar que para el año 2030 México va a cargar con una deuda pública de alrededor de 28.9 billones de pesos, o sea, serían 28.9 seguidos de doce ceros, esto es $ 28,900,000,000,000.00, pues recordemos que en México, y en general, en lengua española, los billones equivale a decir millones de millones, no como en los países anglosajones, cuya nomenclatura es menos tres ceros.

En la actualidad, cargamos con una deuda pública de alrededor de 18 billones de pesos, esto es 18 millones de millones. Si tuviésemos que pagar esa cantidad y la distribuyéramos equitativamente entre cada mexicano presuntamente vivo, nos tocaría a cada individualidad andante algo así como $ 135,000.00 (ciento treinta y cinco mil pesos), redondeados.

En la actualidad la deuda pública mexicana representa aproximadamente el 54 % del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, la totalidad de bienes y servicios que produce el país en un año, la mitad prácticamente de la economía. Para 2030, representará el 61.3 % del PIB.

El gobierno mexicano recaudó 4.954 billones de pesos en impuestos durante 2024; y de este dinero pagó 1.15 billones por el costo financiero de la deuda al cierre de 2024, lo que incluye intereses y otros gastos financieros. Esto último representó el 3.4% del PIB. En nuestro país la población económicamente activa es de alrededor de 61 millones de personas, que son las que pagamos contribuciones, es decir el 46 % (menos de la mitad).

En otras palabras, nuestro gobierno está gastando el 23.21 % de todas sus erogaciones en pagar intereses y “otros costos financieros” de la deuda. Algo inaudito. Prácticamente la cuarta parte del presupuesto se va en eso.

Si usted fuera el jefe de una familia de 13 miembros (por aquello de los 133 millones de mexicanos), que deben como grupo familiar $ 1’755,000.00 (por eso de los $ 135,000.00 que nos tocan de deuda a cada uno), y que pagan al año sólo de intereses de deuda $ 407,355.00, sin abonar un peso al capital; pero de esos 13 sólo trabajan 6 miembros de su familia. Entonces, ¿usted que haría? Opción 1): darles más dinero a sus hijos que no trabajan para que compren sus cervecitas, y seguirse endeudando ad infinitum y ad nauseam. Opción 2): poner a trabajar a sus hijos que no trabajan, recortarles el dinero que les da para las cheves y tratar de saldar la deuda en un mediano plazo.

La respuesta me parece obvia y sin discusión, pero aquí vivimos en un mundo al revés, no es broma.

Y para el año 2030, la situación empeorará, es decir, la cuestión se va a poner crítica, caótica, desesperante, y tenderá a empeorar.

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