ColumnasDr. Guadalupe Estrada R.

40 horas.

Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez.

Usted trabaja 48 horas obligatorias por semana, menos vacaciones, menos días festivos, menos las horas que se pasa en su celular, menos sus días de enfermedades, menos los días que no asiste por ir al funeral de su abuelita (ya van diez abuelas enterradas en este trabajo), menos los días que va crudelio y se la pasa papaloteando, menos los permisos para ir a recoger al hijo a la escuela, menos los que tiene citas urgentes con el galeno, menos las maternidades (en su caso), menos las fiestas patronales del rancho, etcétera, etcétera. Resultado: somos el país menos productivo, laboralmente hablando de la OCDE.

Y le dicen: vamos a reducirle la jornada semanal a 40 horas. No, pues el paraíso en la tierra. Reducir la jornada laboral a 40 horas semanales en México puede sonar positivo desde una perspectiva de derechos laborales, pero desde el punto de vista económico es un desastre. Para todos. Aquí algunas razones:

  1. Alta informalidad laboral. Más del 50% de los trabajadores en México están en la economía informal, donde no se cumplen horarios ni regulaciones laborales. Reducir legalmente la jornada afectaría principalmente al sector formal, creando una desventaja competitiva para las empresas formales frente a las informales. Podría incentivar aún más la informalidad si las empresas formales ya no pueden absorber los costos adicionales.
  2. Baja productividad laboral. México tiene una de las productividades laborales más bajas de la OCDE, es decir, se produce poco por cada hora trabajada. Si se reducen las horas sin un aumento en la eficiencia, la producción total bajaría, afectando a las empresas y a la economía nacional.
  3. Costos laborales más altos para las empresas. Las empresas necesitarían contratar a más personal o pagar horas extras para mantener sus niveles de producción. Esto aumentaría los costos operativos, especialmente en sectores con márgenes de ganancia bajos (como el comercio, manufactura ligera o servicios).
  4. Impacto negativo en la inversión y competitividad. México compite con otros países por inversión extranjera, especialmente en sectores como la manufactura y el nearshoring. Si se reduce la jornada sin mejorar productividad o reducir otros costos, las empresas podrían reubicarse en países más competitivos laboralmente (como Centroamérica o el sudeste asiático).
  5. Efecto desigual en pymes. Las pequeñas y medianas empresas (que representan más del 95% del total en México) tienen menos capacidad para absorber los costos de contratar más empleados o reorganizar turnos. Esto podría llevar al cierre de negocios, despidos o reducción de salarios indirectos (como bonos o prestaciones).
  6. Debilidad en el sistema de supervisión laboral. Aunque se legisle una jornada más corta, la capacidad del Estado para hacerla cumplir es limitada. Esto podría generar mayor desigualdad entre los trabajadores que sí logran ese derecho y los que no, sobre todo en regiones menos desarrolladas.

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