Destogados.
Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez.
Domingo apenas por la mañana. El mundo se está descomponiendo de nuevo, bueno, si es que algún día ha estado por lo menos medio compuesto. Los masivos medios de comunicación anuncian un novísimo conflicto: el de Israel contra Irán, o al revés, como el planeta, patas arriba, ya no se sabe. Se dice que hay muchos muertos y varios heridos. Israel comenzó la escalada al haber lanzado bombas y misiles en contra de instalaciones militares estratégicas de Irán, por aquello de la doctrina de la sobrevivencia nacional, es decir, si el vecino se arma y cultiva aparatos nucleares, capaces de destruir a toda nuestra nación, es un derecho indiscutible el parar tal insensatez, en nombre de esa misma insensatez, en fin, es la guerra y allí nadie gana. Me viene a la mente una caricatura que describe el conflicto: por un lado, un musulmán caído, manco, sin una pierna también, arrojando piedras a un judío en muletas, sin un ojo y sin un brazo, quien, a su vez, arroja una lanza al primero, tal cual, hasta tu muerte o la mía, como decían por los cerros caxcanes de por acá.
Por otro lado, las protestas, los desfiles militares y las revueltas en nuestro vecino del Norte, conflictos de los cuales tampoco podremos opinar de manera objetiva e imparcial, cual buenos jueces por su casa, pues gran parte (algo así como la mitad) de los amigos, vecinos y familia viven por allá, siendo que a nosotros no se nos hace consciente ni presente su estatus migratorio, pues siguen siendo y seguirán siendo amigos, vecinos y familia. Es cuanto.
Casi justo al otro lado del mundo se desploma un avión de Air India, dejando 270 muertos y un solo sobreviviente, el cual se ve en imágenes televisivas que salió de los escombros caminando por su propio pié, dijo una reportera que se le vió un poco asustado y sacado de onda. Nomás faltaba que hubiese salido chiflando y preguntando en qué lugar podría tomar un taxi para ir a que lo revisaran al hospital y dónde podría recoger sus pertenencias que fueran rescatadas. Vivió para contarlo.
México. Faltaba. Legisladores proponen reformar la Ley Orgánica del Poder Judicial para permtir que los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación puedan prescindir de la toga y vestir cualquier prenda que se acorde con sus tradiciones (de huipil para arriba), destogarlos, pues. “La nueva época del máximo tribunal debe comenzar sin los símbolos de lejanía y elitismo que lo caracterizaron. La toga judicial es un símbolo de la justicia de los privilegios… … las nuevas personas juzgadoras, que no solo deben ser percibidas como cercanas a la gente, sino que realmente su
convicción jurisdiccional debe estar en sintonía para atender y resolver el fondo, el origen de las injusticias históricas del pueblo de México.”
Magnífico, Iustitiae factum est. Hoy dormiré extremo tranquilo, pues la justicia se ha hecho en este país.
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