El adiós a una tradición: la fiesta grande en honor a Santo Santiago culminó
Cañon de Juchipila.- Tres días después del 25 de julio, la celebración en honor a Santo Santiago Apóstol, considerada la fiesta religiosa más grande y copiosa del sur de Zacatecas, llega a su fin. Desde Tabasco, donde los emblemáticos “Negos” comenzaron el solemne rito, hasta Jalpa, con sus mechudos y los elegantes; pasando por Apozol, Juchipila y, sin duda, Moyahua, donde los tastuanes son los más aclamados, la devoción se hizo danza, fe y memoria colectiva.
En localidades como Apozol, Jalpa, Juchipila y Moyahua, la danza de los tastuanes revive un fragmento histórico de resistencia. Se representa la lucha entre los pueblos originarios y los conquistadores, donde la figura de Santiago aparece como vencedor en su caballo, un símbolo de fe que renace cada año con fuerza renovada.
En Moyahua, las celebraciones culminaron con una peregrinación vespertina que reunió a vecinos y visitantes en torno al recorrido del santo, las danzas, la música y el colorido despliegue de máscaras, monteras y atuendos tradicionales. Fue el día más esperado: los vestigios de fe y tradición se manifestaron con intensidad, entre aplausos, cohetes y lágrimas de emoción.
En Juchipila, la calma vuelve poco a poco. Aún se celebran misas de octava en la Mezquitera Sur, mientras que en Tuitán este día se vive como el cierre oficial del ciclo festivo. Así, poco a poco los pueblos retoman su rutina, mientras el eco de los tambores y los gritos de los tastuanes va quedando atrás, como parte del recuerdo.
La tradición de los tastuanes es más que una danza: es una expresión de identidad, de lucha, de orgullo. Cada año, estas fiestas unen a las comunidades, a las familias, a los migrantes que regresan solo para vivirla, a los niños que heredan las máscaras y a los ancianos que aún enseñan los pasos y los relatos.
Hoy, cuando el silencio vuelve a las calles y la tierra ya no retumba bajo los pies de los danzantes, solo queda esperar un año más para que vuelva a despertar el espíritu de Santiago. Porque esta no es solo una fiesta, es una herencia que vive, late y se transmite con cada generación. Y así seguirá, mientras haya un tambor que suene y un tastuán que baile.










