Dr. Guadalupe Estrada R.

Cartas de Séneca.

Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez.

El estoico Séneca tuvo una fructífera correspondencia con su amigo Lucilo, un joven romano que quería seguir sus pasos en las concepciones filosóficas del mundo. Varias de esas epístolas se han rescatado y han sido publicadas en un volumen titulado “Cartas de un Estoico” (Aubiblio 2023).

Considerando que son tiempos propicios para la reflexión y la introspección profunda y, con base en ellas, forjar planes y cambios para los años que vienen, me pareció adecuado citar (sin entrecomillar, para no hacer tediosa la lectura) algunas de las ideas más relevantes contenidas en este texto, siendo la clasificación inicial responsabilidad y ocurrencia de esta atropellada pluma.

Sobre la pobreza y la riqueza: Si es alguien alegre, no es pobre en absoluto. No es pobre el hombre que tiene poco, sino el que anhela tener más. Qué más da cuanto haya guardado un hombre en su caja fuerte o en sus graneros, cuántas cabezas de ganado pastoree o cuánto dinero tenga ahorrado, si siempre va detrás de lo ajeno y solo aprecia lo que aún no ha conseguido. ¿Cuál es el límite adecuado de la riqueza? Primero, sólo tener lo esencial, y segundo, tener lo suficiente.

Sobre la amistad: Una persona que empieza a ser amiga tuya porque recibe algo a cambio, dejará igualmente de serlo porque dejas de dárselo.

Sobre la felicidad: No es feliz quien piensa que no lo es.

Sobre la idiotez y la necedad: Los idiotas, en general, son los primeros en hastiarse de sí mismos. La vida del necio está vacía de gratitud y llena de ansiedad, pues solo se centra en el futuro.

Sobre la vejez: Hay que apreciar y disfrutar la vejez. Si sabes encontrarle el provecho, ella está llena de deleites. La fruta sabe más deliciosa cuando acaba su última madurez, cuando acaba su temporada. Los encantos de la juventud alcanzan su máxima esplendor cuando están apunto de desaparecer. ¿Cuál es la copa que más complace y saborea el bebedor empedernido? La última, sí, la que pone broche de oro a su embriaguez y lo envía al olvido. Los verdaderos placeres esconden sus mayores delicias para el final. La época de la vida que ofrece el mayor deleite es cuando el descenso ha comenzado. En mi opinión, la edad que se encuentra al borde de abismo, tiene sus propios placeres, pues

el hecho mismo de no necesitar placeres la hace digna. ¡Qué agradable es haber superado los deseos y haberlos dejado atrás!

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