Entre topes y baches.
Entre topes y baches.
Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez.
México se ha vuelto de verdad intransitable. Es un hecho irrefutable la desproporcionada cantidad de topes que existen en cada carretera, en cada calle y en cada camino que se circula, se pueden contar por decenas por kilómetro, de tal forma que al conducir por unos cien kilómetros ya podrán hacer sus cuentas. Los baches son una pesadilla para los conductores y ya se han convertido en un atentado franco a la salud y vida, pues son incontables los hechos de tránsito provocados por estos socavones criminales que han tenido como consecuencia lesiones y pérdida de la vida de personas. Ahora con el reciente accidente en la Ciudad de México de una pipa que transportaba material inflamable y explosivo, donde murieron hasta la fecha una decena y casi un centenar de heridos, se han dejado escapar teorías que dicen que fue un bache lo que provocó tal percance, quizá nunca lo lleguemos a saber a ciencia cierta, pues las autoridades ya pusieron el grito en el cielo y calificaron estas adelantadas conclusiones de “teorías conspirativas” incubadas en las mentes retorcidas y malignas de los adversarios.
Lo cierto es que este lamentable estado de los caminos públicos no tiene precedente quizá en la historia reciente, sin embargo hay que reconocer que desde siempre han existido estos problemas por la mala calidad de la infraestructura vial, pues ésta se ha construido con materiales de baja calidad sin cumplir los estándares técnicos, por falta de mantenimiento preventivo (se arreglan hasta que el daño es grave y ahora ni eso), por la corrupción y gestión pública deficiente, pues de todos han sido conocidos los escándalos de los contratos a precios inflados, mal ejecutados y peor supervisados.
En cuanto a la cultura del tope que prevalece en nuestra idiosincrasia tercermundista y cerril, desde hace décadas hemos preferido colocar barreras físicas al tránsito en vez de promover una educación vial o sanciones efectivas para los conductores, a la par de que los topes se construyen de manera improvisada y sin una adecuada señalización. Las pruebas y requisitos para la expedición de una licencia de manejo son una vacilada en el menor de los casos, arreglándose cualquier inconveniente con la debida engrasada de la maquinaria del departamento de tránsito de cualquier latitud.
Desconozco hasta cuándo vamos a reaccionar ante la pasividad cínica de quienes ostentan la responsabilidad de dar adecuado mantenimiento a esta infraestructura pública y regular las condiciones óptimas para que exista un flujo vehicular seguro y responsable, sin embargo no me doy muchas esperanzas ni inmediatas ni futuras, pues por todo lo
que está pasando a lo largo y ancho de nuestro nacional territorio, sé que somos un pueblo muy “aguantador”, por no llamarlo de otra manera no permitida en estos espacios de reflexión.
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