El Rey ha muerto, viva el Rey.
Por: Dr. José Guadalupe Estrada Rodríguez.
La frase “El rey ha muerto, viva el rey” es una expresión simbólica que tiene su origen en la monarquía y su transmisión de poder. Aunque suena contradictoria al decir que el rey ha muerto y al mismo tiempo celebrar la vida del rey, lo que realmente significa es que la continuidad del poder real está asegurada a pesar del fallecimiento del monarca reinante. Es decir, aunque un rey muere, otro inmediatamente lo sucede, garantizando la estabilidad y permanencia del sistema monárquico.
Esta frase representa el principio de la continuidad del poder, evitando un vacío de autoridad y asegurando que la soberanía nunca quede interrumpida. En otras palabras, no hay momento en que el reino quede sin un soberano. Aunque el rey en funciones fallezca, su sucesor automáticamente asume el trono, manteniendo la estabilidad política y el orden.
El proceso de sucesión es tan rápido que, simbólicamente, se puede decir que mientras un rey está muriendo, el nuevo rey ya está siendo proclamado. Esto subraya la importancia de la permanencia del estado sobre las personas que ocupan temporalmente la posición de poder.
La frase “Le roi est mort, vive le roi!” (en francés, “¡El rey ha muerto, viva el rey!”) tiene su origen en Francia durante el siglo XV. Se utilizó por primera vez en 1422 cuando murió el rey Carlos VI y su hijo, Carlos VII, fue proclamado rey. La frase expresaba la idea de que la monarquía es una institución perpetua y que la muerte del monarca no afecta la continuidad del estado. Aunque la expresión se originó en Francia, ha sido adoptada por diversas monarquías europeas y se ha convertido en un símbolo de la estabilidad del sistema monárquico en general.
Este principio era especialmente importante en tiempos de tensiones políticas y guerras, ya que cualquier vacío de poder podía significar caos, disputas dinásticas o invasiones. Por ello, la proclamación rápida del nuevo monarca tenía una función estabilizadora y tranquilizadora tanto para la corte como para el pueblo.
Aunque la frase tiene su origen en la monarquía, la idea de la continuidad del poder es relevante también en las repúblicas modernas. Un ejemplo claro es la transición presidencial en Estados Unidos, en donde el poder se transfiere de manera inmediata el 20 de enero al mediodía tras las elecciones, asegurando que siempre haya un jefe de estado en funciones.
Un ejemplo concreto es la transición de poder entre Barack Obama y Donald Trump en 2017. El 20 de enero de 2017, al mediodía, Obama dejó de ser presidente y Trump asumió el cargo en ese mismo momento. Aunque Obama “ha muerto” políticamente en términos de su poder presidencial, “viva el presidente” Trump, quien asume inmediatamente todas las responsabilidades del cargo. Esto demuestra que, aunque el poder cambia de manos, el sistema republicano garantiza que la función de gobierno nunca quede desatendida, similar al concepto en la monarquía.
En resumen, la frase “El rey ha muerto, viva el rey” simboliza la importancia de la continuidad del poder en una monarquía o cualquier forma de gobierno, destacando que la autoridad del estado prevalece más allá de la vida de un solo individuo.
En el estado de cosas actual mexicano ¿tendrá aplicación este principio? ¿se podrá hablar de la “muerte política” del mandatario que sale? Sepa.
Correo Electrónico:
estradagp@hotmail.