Juchipila

El Corazón de Juchipila Late en Piedra: La Parroquia de San Francisco de Asís, Un Centinela Centenario de Historias y Devoción

Juchipila, Zacatecas. – Entre las callejuelas de Juchipila se erige un testamento de fe y arquitectura: la Parroquia de San Francisco de Asís, un faro cultural que ilumina la rica historia de este rincón zacatecano. Con más de dos siglos de existencia, esta joya arquitectónica se prepara para revelar sus secretos en un relato que trasciende el tiempo.

Desde su primera piedra colocada en 1756, la parroquia ha sido más que un templo; ha sido el corazón latente de la comunidad. La devoción por San Francisco de Asís, patrono venerado, ha tejido un vínculo espiritual que perdura a lo largo de los años. En el trasfondo de sus muros de cantera, cada tallado y cada vitral cuentan la crónica de una fe que ha resistido el paso del tiempo.

La parroquia, inaugurada en 1770, se engalana con un retablo principal que rinde homenaje al humilde San Francisco de Asís. Este monumento tallado a mano en el siglo XVIII se convierte en un relicario de arte sacro que refleja la destreza artística de épocas pasadas.

El 4 de octubre, marcando el día de San Francisco de Asís, la parroquia se ilumina con festividades que fusionan lo espiritual con lo cultural. Procesiones coloridas, misas solemnes y eventos que celebran la herencia religiosa y artística de Juchipila llenan las calles de emoción y devoción.

San Francisco de Asís no es el único protagonista en el calendario litúrgico de la parroquia. El 13 de junio, la comunidad se une para honrar a San Antonio de Padua, una festividad que añade otra capa de color a la paleta cultural de Juchipila.

La Parroquia de San Francisco de Asís se erige como un faro cultural que guía a Juchipila a través de las eras. Sus piedras antiguas susurran historias que han resistido el olvido, y su presencia imponente invita a todos a sumergirse en un pasado lleno de esplendor. En cada detalle arquitectónico y en cada festividad, esta parroquia es más que un edificio; es un vínculo eterno entre el presente y las raíces profundas de Juchipila.